viernes, 11 de diciembre de 2009

Santiago Carrillo, el mayor asesino de la historia de España:



Santiago Carrillo Solares, ex-presidente del Partido de los Trabajadores-Unidad Comunista y ex secretario general del Partido Comunista de España (PCE) durante 22 años, nació en Gijón, Asturias, el 18 de enero de 1915.

En 1928 (con sólo 13 años) ingresó en las Juventudes Socialistas (JS) de cuyo Comité de Madrid fue secretario general tres años después. En 1933 era ya secretario general de las Juventudes Socialistas.

Uno de los iniciadores de la Guerra Civil en 1934

Participó en la revolución contra el legítimo gobierno republicano de octubre de 1934 en Asturias (verdadero inicio de la Guerra Civil) como secretario general de las Juventudes socialistas, por lo que tras la derrota de su Golpe de Estado fue ingresado en prisión hasta que fue liberado, en febrero de 1936, por el nuevo "gobierno amigo" del nefasto Frente Popular.

Cuenta Carrillo en sus propias memorias que en la revolución de octubre de 1934 acordaron no hacerse responsables de la misma, negando toda relación con la revolución, lo que demuestra que ni él mismo creía en el supuesto fascismo de la CEDA, ya que pretendía así evitar la represión y conservar las estructuras del partido para intentar un nuevo Golpe de Estado.

En esta época fue, además, el cabecilla de una maniobra secreta por la que pasó las Juventudes Socialistas a las Comunistas, formando las Juventudes Socialistas Unificadas, de carácter comunista. De hecho, él mismo dejó el PSOE y se afilió al Partido Comunista de España en 1936.

Responsable del genocidio de Paracuellos

Tras el levantamiento militar del 18 de julio de 1936, fue nombrado (noviembre) comisario de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.

En esta época, y bajo la dirección directa de Carrillo, se cometió el mayor genocidio de la historia de España: el asesinato de entre 8.000 y 12.000 personas, que fueron masacradas en Paracuellos de Jarama (Madrid) entre noviembre y diciembre simplemente por no pensar como el asesino comunista.

Los presos fueron trasladados en autobuses municipales hasta Paracuellos, donde las fosas comunes, ya preparadas con antelación, esperaban a los infelices. Allí fueron tiroteados o ametrallados y sepultados. Hay que añadir los muertos en otras muchas “sacas”, además de La Modelo, Aravaca, Porlier, San Antón … Entre 8.000 y 12.000 personas fueron asesinadas. Políticos como Ramiro Ledesma o Fernando Primo de Rivera, el ya anciano Melquiades Álvarez, o Ricardo de La Cierva, intelectuales como Ramiro de Maeztu o Pedro Muñoz Seca, militares, religiosos, empresarios y simples ciudadanos que no apoyaban al Frente Popular fueron exterminados por Carrillo.

La responsabilidad directa y esencial de Carrillo en millares de crímenes ha sido confirmada de manera irrefutable tras la apertura de los archivos de la antigua URSS. Al respecto, existe un documento de enorme interés emanado del puño y letra de Gueorgui Dimitrov, factótum a la sazón de la Komintern o Internacional Comunista. El texto, de 30 de julio de 1937, está dirigido a Voroshílov y en él le informa de la manera en que prosigue el proyecto de conquista del poder por el PCE en el seno del Gobierno del Frente Popular. El documento reviste una enorme importancia, pero nos vamos a detener en la cuestión de las matanzas realizadas en Madrid que Dimitrov menciona en relación con el peneuvista Irujo: "Pasemos ahora a Irujo. Es un nacionalista vasco, católico...Quería detener a Carrillo, secretario general de la Juventud Socialista Unificada, porque cuando los fascistas se estaban acercando a Madrid, Carrillo, que era entonces gobernador, dio la orden de fusilar a los funcionarios fascistas detenidos".

Por todo ello, y conforme a la jurisprudencia establecida en los juicios de Nuremberg para juzgar a los genocidas y los crímenes contra la humanidad, Carrillo debería haber acabado sus días, en justicia, colgando de una soga.
Lejos de ello, en febrero de 1937, quizá como premio a su "trabajo sucio" en Paracuellos, Carrillo logró acceder al buró político y al Comité Central del PCE.

Tras la derrota, siguió asesinando

En febrero de 1939, en vísperas de la caída de Barcelona, Carrillo salió huyendo hasta París, donde se responsabilizó de la reorganización del Partido Comunista y desde 1946 figuró como "delfín" de Dolores Ibárruri "La Pasionaria".

Intentó una frustrada invasión guerrillera a través de los Pirineos con los maquis que salvo asesinar a algunos civiles, sacerdotes y guardias civiles no dio ningún resultado por la pasividad y oposición de la población civil.

En 1960 fue nombrado Secretario General del Partido Comunista de España (VI Congreso del PCE), siendo Presidenta otra célebre amiga del comunismo más rancio y totalitario, "La Pasionaria". Era gran amigo del terrible dictador rumano Ceaucescu y fue acogido por Stalin en la Unión Soviética hasta que regresó a España en febrero de 1976.

Después de la legalización, siguió sin pedir perdón

Mucho se ha hablado del supuesto apoyo de Carrillo a la reconciliación nacional durante la Transición. La farsa cada día parece más clara. El 31 de diciembre de 1976, ABC publicaba una entrevista con el comunista en la que el asesino se expresaba así: “Yo no condeno la violencia. No estoy contra la violencia. La acepto cuando es necesaria. Y si la revolución va a tener necesidad en España de la violencia, como ha tenido necesidad en otros países, estaré pronto para ejercitarla”. “Yo he hecho la guerra civil de verdad, DISPARANDO, MATANDO. He hecho también la guerrilla cuando creía en ella. Durante nueve años. No sé si soy un buen tirador, pero sé que apuntaba con cuidado: para matar. ¡Y he matado!” “No me arrepiento de haberlo hecho”.

El 9 de abril de 1977 fue legalizado el Partido Comunista de España como prueba de la buena voluntad de los españoles, que sólo pedían el arrepentimiento sincero de los criminales para continuar con una convivencia pacífica. Sin embargo, Carrillo volvió a mostrar, una vez más, que no estaba arrepentido en absoluto de sus brutales crímenes, desaprovechando una nueva oportunidad para pedir perdón por los asesinatos cometidos.

En 1981 se produjo la primera crisis del Partido Comunista tras su legalización, subsiguiente a la que había experimentado antes el PSUC catalán y el PCE vasco. Un grupo de militantes que se solidarizaron con el dirigente nacionalista vasco Roberto Lerchundi fueron expulsados del Comité Central y cinco concejales del Ayuntamiento de Madrid tuvieron que dejar sus puestos. También abandonó el PCE el diputado por Madrid, Ramón Tamames, precediendo a otros intelectuales y profesionales que estaban en desacuerdo con la organización del partido y con la rigidez de sus planteamientos impuesta por Carrillo.

Carrillo atajaba así, cortándolo de raíz, cualquier intento de renovación en el partido durante el X Congreso, celebrado en julio de 1981. Sin embargo, la debacle estaba por llegar: en las generales de octubre de 1982, el Partido Comunista perdió más de un millón de votos y su representación en el Parlamento quedó reducida a sólo cuatro diputados en Congreso. El 6 de noviembre de 1982, en una reunión del Comité Ejecutivo, Carrillo dimitió como secretario general y propuso para sustituirle a Gerardo Iglesias.

Salida del PCE por la puerta de atrás y fracasos electorales

Durante las reuniones del XI Congreso del PCE, celebrado en diciembre de 1983, se apreció la división existente entre gerardistas y carrillistas, que se fue acentuando a lo largo de 1984 y culminó durante los meses de marzo y abril de 1985 con la exclusión de Carrillo y sus seguidores de los órganos de dirección del PCE (15 de abril de 1985).

El mismo año, a la cabeza de un grupo de militantes, Carrillo culmina el gran cisma del comunismo en España y se separa definitivamente del PCE. En noviembre inscribe en el registro de asociaciones políticas un nuevo grupo político, "Mesa para la Unidad de los Comunistas", formación con la que acude a los comicios generales de junio de 1986 por el Partido de los Trabajadores-Unidad Comunista. Los votantes, escarmentados ya de la tétrica trayectoria del viejo comunista, no le otorgaron los votos necesarios para conseguir el acta de diputado.

Pese a todo, se presentó como candidato en las elecciones europeas del 15 de junio de 1989, y volvió a quedarse sin escaño. En las elecciones del 29 de octubre de 1989, sabedor de que le esperaba un nuevo fracaso si acudía a las urnas, ni siquiera se presentó.
Acercamiento al PSOE

Tras numerosas negociaciones, el 27 de octubre de 1991, Carrillo firmó el ingreso de los miembros del Partido de los Trabajadores de España, en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), como una corriente interna bajo el nombre de "Unidad de Izquierda". Pero Carrillo decidió no ingresar en el PSOE ya que considera que " su larga historia de dirigente comunista le da autoridad moral para sostener la posición de sus camaradas, pero le inhabilita para desempeñar cualquier papel protagonista".

Homenaje de ZP al asesino

En marzo de 2005, sin ningún rubor, sacando pecho, la izquierda española rindió homenaje a Carrillo como "héroe" de la transición. El genocida de Paracuellos se mostró orgulloso de sus terribles hazañas. Allí estaba ZP, emocionado por abrazar al mayor asesino de la historia de España, al limpiabotas español de Stalin, al compañero de farra de Chauchescu. Zapatero, en unas declaraciones que dejan al descubierto lo que le gustaría hacer en realidad si pudiera, calificó al comunista de "ejemplo" político y elogió el legado dejado por Carrillo. ¿Se referirá a los miles de muertos asesinados sólo por ser de derechas?

Pero ZP no estaba solo, había otros 400 admiradores de la figura del Himmler español, entre otros, políticos como Rodríguez Ibarra, Teresa Fernández de la Vega, José Montilla, Ibarreche, Pujol, Llamazares, Anasagasti , Nicolás Redondo (padre), José Barrionuevo, Peces-Barba, José María Fidalgo, Pablo Castellano, Fernando Morán, Luis Corcuera... También acudieron periodistas de la cuerda, como María Antonia Iglesias, Susana Olmo, Amalia Sánchez Sampedro, Karmentxu Marín, Iñaki Gabilondo, y por supuesto, no podían faltar numerosos representantes de la nomenklatura cultural, José Saramago, Sabina, Víctor Manuel, Martín Patiño, Rosa Regás, Juan Diego o José Sacristán. Entre los comensales, abundaban empleados de la Cadena SER, y ocupaban lugar preferente Fernando Delgado y Gemma Nierga.



ASÍ HABLA SANTIAGO CARRILLO

- Durante un acto de Juventudes Socialistas: “Y si ese Gobierno, entregado a las derechas, no rectifica, serán estas Juventudes las que asalten el Poder, implantando su dictadura de clases” (El Socialista, 15-09-34)

- En una entrevista con el historiador no franquista Javier Cervera, y en alusión a los brutales crímenes de Paracuellos del Jarama, Carrillo le dijo "... Para mí lo importante era que Franco no pudiera organizar tres (...) cuerpos de ejército (...) Y ese objetivo lo logramos. ¿No lo logramos salvando la vida de esta gente? Es verdad, pero en aquel momento moría mucha gente en Madrid (...). Remordimientos de conciencia no tengo ninguno y pienso que cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo que hice yo (...). Pero, lo cierto que en ese momento era o ellos o nosotros. (...) odio a esa gente le tenía yo tanta como le tenía la mujer que le habían hundido la casa. (...) En aquel momento eso me preocupó como un hecho político negativo para la República" (Madrid en guerra, Ed. Alianza Editorial, 1999, página 103).

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