martes, 9 de febrero de 2010

José Antonio Primo de Rivera




Cuando el 18 de julio de 1936 se produjo la insurrección, José Antonio Primo de Rivera seguía preso en la cárcel de Alicante. El día anterior, él y su hermano habían estado recogiendo sus pertenencias, lo que permite pensar que daban por hecho su salida de Alicante. Con anterioridad a esa fecha existieron diversos planes para posibilitar su fuga. Entre ellos uno que lo llevaría en una avioneta a la ciudad de Orán, Argelia, y otro a Mallorca en una embarcación. Todos fracasaron antes de iniciarse. También existió un ofrecimiento, muy cercano al día 18, de un grupo de oficiales alicantinos que utilizarían un camión de la Guardia de Asalto para alejarlo de Alicante; ofrecimiento que fue rechazado por Primo de rivera.[41]
El 13 de julio trasmitió una orden para concertar la acción de falangistas y militares simpatizantes en Valencia, Alicante, Alcoy y Cartagena. Varios militares estuvieron reunidos en el hotel Victoria de Alicante donde se alojaban su hermana Pilar y su cuñada. El 17, su hermana y su cuñada se dirigieron a Alcoy para pedir a los falangistas que se acuartelaran con los militares; a su regreso fueron detenidas con la orden de permanecer bajo arresto en su propio hotel (el 1 de agosto serían encarceladas en el Reformatorio de Adultos de Alicante). El levantamiento fracasó en Valencia y Alicante y esto frustró el intento de su liberación. Grupos de falangistas salieron el día 19 de diversos pueblos de la región levantina en dirección a Alicante. Uno de los grupos, el más numeroso, fue detenido a tiros por la Guardia de Asalto. Enterados de este hecho, los otros grupos desistieron.[42]
En los cuatro meses que mediaron hasta su muerte, Primo de Rivera suavizó su discurso. Unos meses antes había expresado su opinión sobre la guerra: "Es un elemento de progreso. ¡Es absolutamente necesaria!"[43] En estos meses hablaría del fin de las hostilidades y de reconciliación.[44] [45] La aparente transformación experimentada por José Antonio a lo largo de los siguientes cuatro meses daría pie a la idea, posteriormente muy extendida, de que podría haber sido la gran oportunidad perdida para reconciliar ambos bandos en la guerra civil española.[46] En agosto propuso un plan para poner fin a la contienda. El día 14, José Antonio diría a Martín Echeverría (Secretario de la Junta Delegada para Levante): "España se deshace. El triunfo absoluto de un bando, no supervisado por nadie, puede traer de nuevo las guerras carlistas: un retroceso donde perecerán todas las conquistas de orden social, político y económico, la entrada en un periodo de tinieblas y torpeza".[47] Diego Martínez Barrio, que acompaño a Echeverría, narra así la entrevista:
Supe que el señor Primo de Rivera había propuesto al señor Martín Echeverría, para que éste, a su vez, lo trasladara al Gobierno, que se le permitiera salir de prisión, donde se reintegraría al cabo de cierto tiempo, para lo cual daba su palabra de honor, con el fin de realizar una gestión en el campo rebelde orientada a la terminación de la guerra civil y al sometimiento de los militares y civiles rebeldes contra la República, al gobierno legítimo. Hablaba también de unas soluciones intermedias que podrían ser base de esa negociación; pero recalcaba, insistía, en la necesidad de que se pusiera término a la contienda que se había iniciado, porque creía él, como español, que la contienda sumiría en el caos y en la ruina a la patria.
Conferencia pronunciada por Martínez Barrio en México en 1941.[48]
Redactó un guión que ocupaba una hoja por ambas caras en el que se analizaba la situación política y se definían una serie da acuerdos para acabar con la contienda; en otra hoja aparte se encontraba la lista de nombres que formarían el gobierno de reconciliación. El plan contemplaba el acatamiento a la legalidad de la República y una amnistía para los sublevados. El gobierno de reconciliación estaba formado, principalmente, por republicanos moderados y no figuraba ningún militar.[49] El plan no fue tenido en cuenta por el Gobierno, según opinión de Martínez Barrio, los rebeldes no habrían depuesto las armas ante tal propuesta y, también, "no había posibilidad de arrancar a la acción de la justicia la persona del jefe de Falange Española".[50]
Su situación en la cárcel vino a agravarse cuando tras las protestas de otros reclusos por los privilegios de que disfrutaban los hermanos, y una vez cambiado el director de la cárcel, se descubrieron en su celda dos pistolas y cien cartuchos. Desde entonces permanecieron incomunicados con el exterior, prohibiendo que recibieran correo, prensa y escucharan la radio, como había ocurrido hasta entonces.[51]
Desde el bando nacional existieron diversos intentos de liberación. El Gobierno de la República recibió varias ofertas de los rebeldes para canjearlo. Quizá, la que más posibilidades tuvo de llegar a un acuerdo sería la que proponía el intercambio del hijo de Largo Caballero (entonces Presidente del Gobierno). Se reunió el Consejo de Gobierno, Largo Caballero se abstuvo de intervenir y, finalmente, el Consejo lo desestimo. Fracasados los intentos de canje, se desarrollaron varias operaciones tipo comando con el conocimiento y la aprobación de Franco. Dos de estas operaciones se realizaron con la colaboración del Tercer Reich alemán, se contaba con el apoyo de la legación diplomática alemana en Alicante, se disponía de dinero para sobornar a quienes lo custodiaban e intervinieron torpederos alemanes para acercarlos al puesto de Alicante. Estas operaciones fracasaron como también fracasaría una tercera en la que intervenía un buque de la naviera Ybarra.[52]
El 3 de octubre se inició el sumario contra los dos hermanos, la cuñada (Margarita Larios, mujer de Miguel) y varios carceleros. La acusación era la de conspiración y rebelión militar, lo que conllevaba la pena de muerte. El Tribunal Supremo nombró a un magistrado de la Audiencia de Madrid para llevar la causa y el 11 de octubre se iniciaron los interrogatorios de acusados y testigos. José Antonio Primo de Rivera compareció por primera vez ante el tribunal el 3 de noviembre, negando todos los cargos. La vista oral tuvo lugar los días 16 y 17 de noviembre. Primo de Rivera contestó con evasivas a las preguntas del fiscal. Negó haber tenido contactos con elementos contrarios a la República, negó haber contribuido a la preparación de la insurrección y negó haber intervenido en el levantamiento de la Falange en Alicante, alegando que estaba incomunicado en su celda, algo que se contradecía con el flexible régimen de visitas que disfrutaba en aquellos días.[53] [54] El jurado se retiró a deliberar y tras cuatro horas, a las dos y media de la madrugada, salieron con el veredicto de culpabilidad. José Antonio Primo de Rivera fue condenado a muerte por conspiración, su hermano Miguel a cadena perpetua por el mismo delito y Margarita Larios a seis años y un día como colaboradora. En el mismo juicio se absolvió a los tres carceleros que estaban acusados de complicidad.[55]
La sentencia fue confirmada por la Corte Suprema. El comunista Jesús Monzón, Gobernador Civil de Alicante, trató de retrasar la ejecución,[53] pero el comité de Orden Público local ordenó la ejecución de la sentencia para la mañana del día 20. La sentencia se cumplió, según versiones, sin esperar el enterado del Gobierno.[56] Primo de Rivera murió con dignidad, siendo su ejecución un acto sobrio exento del dramatismo romántico que sus seguidores incluyeron en su leyenda.[57] En su testamento dejó constancia de su deseo: «Que sea la mía la última sangre española vertida en discordias civiles». Otra de sus frases más conocidas es: «Que todos los pueblos de España, por diversos que sean, se sientan armonizados en una irrevocable unidad de destino». La noticia de su muerte llegó pronto a la zona nacional y fue silenciada durante los dos años siguientes, llegándosele a conocer como "el ausente". La figura del mártir, ampliamente explotada en los años siguientes, resultaría quizá más útil y menos incómoda que la del líder político. Además, mientras Primo de Rivera permaneciera vivo pero «ausente», los líderes de Falange no intentarían dotarse de un nuevo líder, siendo así más manejables por la voluntad de Franco de concentrar todo el poder en sus manos. Después de su ejecución se convirtió en un mártir simbólico, y el cumplimiento de sus supuestos planes para España dotaron de una falsa justificación prácticamente cada acto del Caudillo.[58]
Se ha especulado sobre si desde el bando sublevado se hizo o no lo suficiente para preservar su vida.[59] Las relaciones de Primo de Rivera y Franco nunca fueron buenas. Primo de Rivera, en las elecciones por Cuenca se negó a que Franco figurara junto a él en la lista de candidatos; y Franco, posiblemente, no le perdonase esa actitud. Lo cierto es que la muerte de Primo de Rivera facilitó a Franco la posterior utilización de la Falange.[60] Ramón Serrano Suñer relata en sus memorias: "Respecto al mismo José Antonio no será gran sorpresa, para los bien informados, decir que Franco no le tenía simpatía. Había en ello reciprocidad pues tampoco José Antonio sentía estimación por Franco y más de una vez me había yo –como amigo de ambos- sentido mortificado por la crudeza de sus críticas".[61]
El fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera eliminó del bando rebelde al único líder con carisma que podía hacer sombra a los militares, dejando el camino expedito para la conversión de la Falange en partido único del régimen, unificada con los tradicionalistas, pasó a llamarse FET de las JONS con Francisco Franco como jefe nacional.
Tras el final de la guerra, el cuerpo fue exhumado y llevado a hombros desde Alicante hasta el Escorial. Y una vez terminada la basílica del Valle de los Caídos, Francisco Franco ordenó que su cadáver fuera trasladado y sepultado allí.
"José Antonio Primo de Rivera no llegó a alcanzar una significativa influencia política mientras vivió; sólo contribuyó negativamente a acelerar y aumentar el desastre español. Su fama y apoteosis sólo llegaron de modo póstumo y probablemente no lo hubieran hecho nunca de otro modo. [...] Sin embargo, muerto llegó a ser objeto del más extraordinario culto al mártir de toda Europa contemporánea, lo que, a la larga, le ha garantizado una posición, un estatus, y un papel que nunca podría haber consumado en la vida real".[62]
[editar] Ideología y pensamiento
La influencia fundamental de Primo de Rivera podemos encontrarla en su padre. José Antonio Primo de Rivera comenzó su carrera política para defender su memoria política y consideró su dictadura una oportunidad perdida: "Quizá no vuelva a pasar España en mucho tiempo por coyuntura más favorable". Una oportunidad perdida por "pequeñeces":"Dejaron pasar el instante. No percibieron su decisiva profundidad. Empezaron a hacer remilgos por si la Dictadura menospreciaba tales o cuales pequeñeces rituarias".[63] En su trayectoria al frente de la Falange lo veremos, en varias ocasiones, conspirando contra el régimen parlamentario de la II Republica para propiciar un gobierno totalitario; y en sus escritos son frecuentes las referencias a un sistema jerarquizado y totalitario:
Ninguna revolución produce resultados estables si no alumbra a su César. Sólo él es capaz de adivinar el curso soterrado bajo el clamor efímero de la masa.
El jefe no obedece al pueblo: debe servirlo pues es otra cosa bien distinta; servirlo es ordenar el ejercicio del mando hacia el bien del pueblo, procurando el bien del pueblo regido, aunque el mismo pueblo desconozca cuál es su bien.Los jefes pueden equivocarse porque son humanos; por la misma razón pueden equivocarse los llamados a obedecer cuando juzgan que los jefes se equivocan. Con la diferencia de que, en este caso, al error personal, tan posible como en el jefe y mucho más probable, se añade el desorden que representa la negativa o la resistencia a obedecer.[64]
Ya es hora de acabar con la idolatría electoral. Las muchedumbres son falibles como los individuos, y generalmente yerran más. La verdad es la verdad (aunque tenga cien votos). Lo que hace falta es buscar con ahínco la verdad, creer en ella e imponerla, contra los menos o contra los más.
Arriba, 4 de Julio de 1935.[65]
No obstante la defensa que hiciera del "hecho revolucionario de la Dictadura", le encontró la falta de sustrato ideológico que la mantuviera: "¡Si los intelectuales hubieran entendido a aquel hombre! [...] Los intelectuales hubieran podido organizar aquel magnífico alumbramiento de entusiasmos alrededor de lo que faltó a la Dictadura: una gran idea central, una doctrina elegante y fuerte".[63] Toda su carrera política estuvo determinada por el hecho de que un nacionalismo autoritario efectivo tendría que ser mucho más programático e ideológico y estar más organizado que el sencillo sistema de su padre.[66]
Fue en 1933 cuando Primo de Rivera, animado por el éxito de Hitler, se acercó al fascismo.[67] [68] Primo de Rivera creyó encontrar en el fascismo el soporte ideológico que buscaba:
Los que, refiriéndose a Italia, creen que el fascismo está ligado a la vida de Mussolini, no saben lo que es fascismo ni se han molestado en averiguar lo que supone la organización corporativa. El Estado fascista, que debe tanto a la firme voluntad del Duce, sobrevivirá a su inspirador, porque constituye una organización inconmovible y robusta. Lo que pasó en la Dictadura española es que ella misma limitó constantemente su vida y apareció siempre, por propia voluntad, como un Gobierno de temporal cauterio. No hay pues, que creer, no hay siquiera que pensar que nosotros perseguimos la implantación de un nuevo ensayo dictatorial, pese a las excelencias del que conocimos. Lo que buscamos nosotros es la conquista plena y definitiva del Estado, no para unos años, sino para siempre. [...] Nosotros no propugnamos una dictadura que logre el calafateo del barco que se hunde, que remedie el mal de una temporada y que suponga sólo una solución de continuidad en los sistemas y en las prácticas del ruinoso liberalismo. Vamos, por el contrario, a una organización nacional permanente; a un Estado fuerte, reciamente español, con un Poder ejecutivo que gobierne y una Cámara corporativa que encarne las verdaderas realidades nacionales. Que no abogamos por la transitoriedad de una dictadura, sino por el establecimiento y la permanencia de un sistema.
El Fascio, 16 de marzo de 1933[69]
Es también innegable la influencia en él de la generación del 98 con su pesimista visión de la sociedad española,[70] y la especial influencia de Ortega y Gasset;[71] encontrándose en éste el referente a su "Unidad de destino en lo universal"[72] Una constante en su pensamiento fue la añoranza de la España Imperial[73] desilusionado por una España que pensaba caminaba hacia la "invasión bárbara", como calificaba al socialismo y especialmente al comunismo.
[editar] Antiparlamentarismo
En repetidas ocasiones, José Antonio Primo de Rivera se refirió al Parlamento en tono despectivo, lo definió como una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa;[74] despreciándolo principalmente por los siguientes motivos:
No creía que las derechas en su ejercicio parlamentario lograran frenar una inevitable revolución socialista:
Las derechas están en su parlamento como niños con juguete nuevo...Encerrados en su parlamento se creen en posesión de los hijos de España. Pero fuera hay una España que ha despreciado el juguete. [...] Esa España mal entendida desencadenó una revolución. Una revolución es siempre, en principio, una cosa anticlásica. Toda revolución rompe al paso, por justa que sea, muchas unidades armónicas. Pero una revolución puesta en marcha sólo tiene dos salidas: o lo anega todo o se la encauza. Lo que no se puede hacer es eludirla; hacer como si se la ignorase.
F.E. Nº1, 7 de diciembre de 1933.[75]
Consideraba competentes a los ciudadanos para decidir sobre tareas municipales y administrativas,[76] pero incultos[77] para decidir sobre los destinos de la nación:
Evidentemente, para adueñarse de la voluntad de las masas hay que poner en circulación ideas muy toscas y asequibles; porque las ideas difíciles no llegan a la muchedumbre; y como entonces va a ocurrir que los hombres mejor dotados no van a tener ganas de irse por las calles estrechando la mano del honrado elector y diciéndole majaderías, acabarán por triunfar aquellos a quienes las majaderías les salen como cosa natural y peculiar
Conferencia pronunciada en el Círculo Mercantil de Madrid el 9 de abril de 1935.[78]
No confío en el voto de la mujer. Mas no confío tampoco en el voto del hombre. La ineptitud para el sufragio es igual para ella que para él. Y es que el sufragio universal es inútil y perjudicial a los pueblos que quieren decidir de su política y de su historia con el voto. No creo, por ejemplo, que en la conveniencia o inconveniencia de una alianza internacional o saber la política marítima a seguir pueda tener la masa opinión, ni a lo sumo, más que muy pocos de sus representantes.
Entrevista sobre el voto femenino en La voz, 14 de febrero de 1936.[79]
Tampoco admitía que una mayoría pudiera decidir sobre lo que consideraba verdades absolutas o valores eternos, ni discutir el liderazgo del jefe:
Cuando, en marzo de 1762, un hombre nefasto llamado Juan Jacobo Rousseau, publicó El contrato social dejó de ser la verdad política una entidad permanente.[...] Suponía que el conjunto de los que vivimos en un pueblo tiene un alma superior, de jerarquía diferente a cada una de nuestras almas, y que ese yo diferente está dotado de infalible, capaz de definir en un instante lo justo y lo injusto, el bien y le mal. [...] De ahí vino el sistema democrático, que es, en primer lugar, el más ruidoso sistema de derroche de energías. Un hombre dotado para la altísima función de gobernar, que es tal vez la más noble de las funciones humanas, tenía que sustanciar el ochenta o el noventa por ciento de su energía a sustanciar reclamaciones formularias, a hacer propaganda electoral, a dormitar en los escaños del Congreso, a adular a los electores, a aguantar sus impertinencias, porque de los electores iba a recibir el Poder; a soportar humillaciones y vejaciones de los que, precisamente por la función casi divina de gobernar, estaban llamados a obedecerle.
Discurso de la fundación de la Falange Española (Teatro de la Comedia. 29 de octubre de 1934)[80]
[editar] El Estado y el Individuo
Primo de Rivera preconizaba un Estado autoritario en el que supuestamente el hombre alcanzaría su verdadera libertad; ya que ésta sólo sería verdadera si se conjuga en un sistema de autoridad y de orden.[81] Un sistema reminiscente del absolutismo ilustrado:
La patria es una unidad de destino en lo universal. [...] El Estado no puede ser traidor a su tarea, ni el individuo puede dejar de colaborar con la suya en el orden perfecto de la vida de su nación. [...] La idea de destino, justificador de la existencia de una construcción (Estado o sistema), llenó la época más alta que ha gozado Europa: el siglo XIII, el siglo de Santo Tomás. Y nació de mentes de frailes. Los frailes se encararon con el poder de los reyes y les negaron ese poder en tanto no estuviera justificado por el cumplimiento de un gran fin: el bien de sus súbditos.
Conferencia en un curso de FE de las JONS. 28 de marzo de 1935.[82]
Insistiendo en numerosas ocasiones en esa visión paternalista del sistema autoritario: "Toda la organización, toda la revolución nueva, todo el establecimiento del Estado y toda la organización de la economía, irán encaminados a que se incorporen al disfrute de las ventajas esas masas enormes desarraigadas por la economía liberal y por el conato comunista".[83]
La autoridad del Estado quedaría justificada por una misión superior a cumplir. España, como nación civilizada, tendría el deber de imponer su cultura y su poder político fuera de sus fronteras.[84] También, el Estado, y su líder, estarían al servicio de la persona.
Para Primo de Rivera, la dignidad humana, la integridad del hombre y su libertad son valores eternos e intangibles; considerando que el hombre, únicamente adquiría su calidad humana dedicando su vida a una gran empresa colectiva; el Estado sería esa gran empresa.[85] [86]
[editar] Izquierdas y derechas
Para Primo de Rivera, el principal peligro al que se enfrentaba España era la revolución socialista y en sus escritos y en la acción violenta de la Falange, las izquierdas fueron los enemigos declarados. En cuanto a la derecha la consideraba falta de fe y de empuje.[87] A finales de 1935, ante la inminencia de unas elecciones en las que la izquierda ya mostraba posibilidades de ganarlas, acusó a la derecha de dormirse en una indolencia mortal, incapaces de borrar la memoria del enemigo (Manuel Azaña) con una obra honda y fuerte.[88] a su juicio: "El derechismo, los partidos de derechas, quieren conservar la Patria, quieren conservar la autoridad; pero se desentienden de esta angustia del hombre, del individuo, del semejante que no tiene para comer".[89]
La posición de Primo de Rivera frente a los partidos políticos coincide con el tercerposicionismo y el transversalismo un sistema totalitario que supera la división de izquierdas y derechas.[90]
[editar] España y el catolicismo
"Muchas veces habréis visto propagandistas de diversos partidos; todos os dirán que tienen razón frente a los otros, pero ninguno os habla de la que tiene razón por encima de todos: España".[91] España es el concepto que más repetidamente aparece en los discursos de José Antonio Primo de Rivera. Quizá, la frase más repetida en sus discursos fuera: "España, unidad de destino en lo universal". Ese destino sería el que posibilitaría acabar con la lucha de clases y el que evitaría la acción disgregadora de los nacionalismos. España tenía un destino imperial que cumplir y este destino lograría unir a todos los españoles en esa empresa común.
España no se justifica por tener una lengua, ni por ser una raza, ni por ser un acervo de costumbres, sino que España se justifica por su vocación imperial para unir lenguas, para unir razas, para unir pueblos y para unir costumbres en un destino universal; que España es mucho más que una raza y mucho más que una lengua, porque es algo que se expresa de un modo del que estoy cada vez mas satisfecho, porque es una unidad de destino en lo universal.
Discurso en el parlamento, 30 de noviembre de 1934.[92]
El catolicismo está presente en los conceptos más utilizados por Primo de Rivera. En los Puntos Iniciales de F.E. puede leerse: "La interpretación católica de la vida es, en primer lugar, la verdadera; pero es además, históricamente la Española;[93] uniendo en esta frase religión y tradición. También está presente en su concepto de universalidad de España: "¿A qué puede conducir la exaltación de lo genuino nacional sino a encontrar las constantes católicas de nuestra misión en el mundo?[94] En su concepto de vida militante y de sacrificio, mezcla su sentido militar y católico; y es indudable su influencia en su sentido de la justicia social y su paternalismo político. De tal modo que mantuvo que toda construcción de España ha de tener un sentido católico.[95]
Primo de Rivera contempla una concepción espiritual de la Historia y del Hombre dentro de una cosmovisión católica, opuesta a la interpretación materialista del marxismo, pretendiendo fusionar tradición y revolución. La recuperación de la tradición católica de España en sus aspectos fundamentales combinado con un afán revolucionario que rivalice con al socialismo marxista en aquellos situaciones donde la intolerable injusticia parecen hacer justificable al socialismo. El politólogo Arnaud Imatz le considera un tradicionalista revolucionario y entre algunos pensadores carlistas como Francisco Elías de Tejada le incluyen como pensador tradicionalista. En cambio Rafael Gambra Ciudad le tacha de imitador de la tradición.[96]
[editar] Economía y sindicato
Contrario a Capitalismo (entendido éste como la concentración de la riqueza y los medios de producción) y al liberalismo económico (critica a Adam Smith), creía en un sistema económico totalitario, adhiriéndose al nacional-sindicalismo de Ramiro Ledesma Ramos. Un sistema más allá del corporativismo italiano[97] en el que un sindicato agruparía a todos los empresarios, todos los trabajadores y todos los medios de producción. El fin de este sindicato sería conseguir la justicia social que Primo de Rivera enunciase con: "Patria, pan y justicia".[98] José Antonio Primo de Rivera consideraba que "lo social es una aspiración interesante aun para mentalidades elementales".[99]
Al sindicato le atribuye la especial misión de articular la Nación, compartiría esa misión con a la familia y el municipio.
[editar] José Antonio Primo de Rivera y el fascismo
Primo de Rivera comienza a interesarse por las ideas fascistas a principios de 1933.[100] Defensor de la dictadura de su padre, consideraba que ésta fracasó por carecer de una base ideológica. Cree encontrar en el fascismo la base ideológica sobre la que sustentar un sistema parecido a la dictadura de su padre.[101]
En octubre de 1933, diez días antes de fundar oficialmente Falange Española en el teatro de la Comedia, viaja a Italia y se entrevista con Mussolini.[102] Los motivos del viaje, según expresó a las autoridades italianas eran: "Obtener material informativo sobre el Fascismo italiano y sobre las realizaciones del Régimen", así como "consejos para la organización de un movimiento análogo en España".[103] En Italia visitó diferentes sedes del Partido Nazionale Fascista. Momentos antes de su visita a Mussolini contaría al periodista que le acompañaba: "Soy como el discípulo que va a ver al maestro".[104] A su regreso a España escribiría: "Yo he visto de cerca a Mussolini, una tarde de octubre de 1933, en el Palacio de Venecia, en Roma. Aquella entrevista me hizo entrever mejor el fascismo de Italia que la lectura de muchos libros".[105] Mussolini le regaló una foto dedicada de gran tamaño que José Antonio Primo de Rivera colgó en su despacho junto al retrato de su padre.[106] Abrazó "un fascismo pleno, basado en la concepción mística de la revolución regeneradora, populista y ultranacionalista, orientada a la construcción de un estado totalitario como base y cimiento de una comunidad nacional ordenada y entusiasta, jerárquica y conquistadora. Este es el mínimo común denominador de todos los fascismos, y el de Primo de Rivera lo cubría más que suficientemente".[107]
Durante los meses que siguieron a la fundación de la Falange, las declaraciones a favor del fascismo se suceden. En febrero de 1934 su adhesión al fascismo puede considerarse total, considerándolo "una manera nueva de concebir todos los fenómenos de nuestra época e interpretarlos con sentido propio".[108] Primo de Rivera encuentra en el fascismo los conceptos más utilizados en sus discursos:
El fascismo no es sólo un movimiento italiano: es un total, universal, sentido de la vida. Italia fue la primera en aplicarlo. Pero ¿no vale fuera de Italia la concepción del Estado como instrumento al servicio de una misión histórica permanente? ¿Ni la visión del trabajo y el capital como piezas integrantes del empeño nacional de la producción? ¿Ni la voluntad de disciplina y de imperio? ¿Ni la superación de las discordias de partido en una apretada, fervorosa, unanimidad nacional? ¿Quién puede decir que esas aspiraciones sólo tienen interés para los italianos?
La Nación, 23 de octubre de 1933.[109]
Incluida su visión sobre el hombre, el héroe: "El hombre es el sistema, y ésta es una de las profundas verdades humanas que ha vuelto a poner en valor el fascismo. [...] desde el origen del mundo, es el único aparato capaz de dirigir hombres: el hombre. Es decir, el jefe. El héroe".[110]
Falange Española se ha creado hace cuatro meses cuando se fusiona con las JONS. A juicio de Payne, los 27 puntos del programa apenas se diferencian del ideario fascista genérico. Primo de Rivera piensa que la experiencia italiana es exportable a España. Extrae del fascismo o coincide con él en su visón nacionalista y su visón de la justicia social:
–Está bastante extendida la convicción de que el fascismo no podrá arraigar en España. ¿Que tiene usted que oponer a esta convicción?
–Yo creo que sí arraigará. España ha realizado obras de disciplina maravillosas. Lo que pasa es que esta necesidad nos coge 'después de un siglo de decadencia. En este momento, nuestras virtudes de disciplina y de organización tal vez estén muy enervadas, pero nadie nos dice que no vamos a ser capaces de encontrar el medio de despertarlas. El fascismo es una actitud universal de vuelta hacia uno mismo. Nos dicen que imitamos a Italia. Sí, lo hacemos en lo de buscar nuestra íntima razón de ser en las entrañas propias. Pero esa actitud, copiada, si se quiere, aunque sea eterna, da los resultados más auténticos. Italia se ha encontrado a Italia. Nosotros, volviéndonos hacia nosotros, encontraremos a España.
–El fascismo es esencialmente nacionalista. ¿En qué radica el nacionalismo que ustedes quieren estimular?
–La Patria es una misión. Si situamos la idea de Patria en una preocupación territorial o étnica, nos exponemos a sentirnos perdidos en un particularismo o regionalismo infecundo. La Patria tiene que ser una misión. No hay continentes ya por conquistar, es cierto, y no puede haber ilusiones de conquista. Pero va caducando ya en lo internacional la idea democrática que brindó la Sociedad de las Naciones. El mundo tiende otra vez a ser dirigido por tres o cuatro entidades raciales. España puede ser una de estas tres o cuatro. Está situada en una clave geográfica importantísima, y tiene un contenido espiritual que le puede hacer aspirar a uno de esos puestos de mando. Y eso es lo que puede propugnarse. No ser un país medianía; porque o se es un país inmenso que cumple una misión universal, o se es un pueblo degradado y sin sentido. A España hay que devolverle la ambición de ser un país director del mundo.
–No todos los ciudadanos son capaces de concebir los grandes ideales nacionalistas. Al hombre sencillo del pueblo, ¿qué puede llevarle al fascismo?–Para el que no sea asequible el gran ideal nacional, queda el motor del ideal social. Indudablemente, el contenido próximo del movimiento está en la justicia social, en una elevación del tipo de vida. El fascismo aspira a la grandeza nacional; pero uno de los escalones de esta grandeza es el mejoramiento material del pueblo. Lo social es una aspiración interesante aun para mentalidades elementales; pero, además, lo nacional es asequible a mucha más gente de lo que se cree. Todo socialista español lleva dentro un nacionalista.
Ahora, 16 de febrero de 1934.[111]
En los meses siguientes la Falange fue criticada considerándola una imitación del fascismo: "Nos dicen que somos imitadores. […] Después de todo, en el fascismo como en los movimientos de todas las épocas, hay por debajo de las características locales, unas constantes, que son patrimonio de todo espíritu humano y que en todas partes son las mismas".[112] Ante estas críticas, (Según Payne, influenciado por Ramiro Ledesma), públicamente, se desmarcó del fascismo. En diciembre de 1934 declaró: "La Falange Española de las J.O.N.S. no es un movimiento fascista, tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de volar universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas."[113] A partir de 1935 no vuelve a relacionar públicamente a la Falange con el fascismo. No obstante, en el informe secreto que envió al gobierno italiano, en el verano de 1935, sobre la situación de la política española, puede leerse: "La Falange Española de las JONS ha logrado convertirse en el único movimiento fascista en España, lo cual era difícil, habida cuenta del carácter individualista del pueblo".;[114] y en febrero de 1936, el retrato la foto que le dedicara Mussolini todavía se encuentra presente en su despacho.[115]
El único concepto que Primo de Rivera modificó durante el periodo de su actividad política fue el corporativismo, de su primera adhesión plena pasó a una adhesión con matices: "Esto del Estado corporativo es otro buñuelo de viento. Mussolini, que tiene alguna idea de lo que es el Estado corporativo, cuando instaló las veintidós corporaciones, hace unos meses, pronunció un discurso en el que dijo: "Esto no es más que un punto de partida; pero no es un punto de llegada"".[116] En abril contestaría a Miguel Maura en estos términos:
Si Miguel Maura hubiera tenido la amabilidad de leer algunos de mis discursos –desde el de la Comedia, el 29 de octubre de 1933, hasta el del domingo anterior a las últimas elecciones–; si hubiera leído los trabajos publicados en Arriba, humildemente anónimos las más de las veces, por mis camaradas de más clara cabeza, notaría que nuestro Movimiento es el único Movimiento político español donde se ha cuidado intransigentemente de empezar las cosas por el principio. Hemos empezado por preguntamos qué es España. […] Jamás se ha llamado fascismo [la Falange] en el olvidado párrafo del menos importante documento oficial ni en la más humilde hoja de propaganda.[117]
[editar] La Internacional Fascista
Primo de Rivera tuvo una estrecha relación con el fascismo italiano y con los proyectos de la Internacional Fascista. En 1933 se crearon los Comitati d’Azione per l’Universalitá di Roma (CAUR), oficinas, en teoría de carácter cultural, abiertas en numerosas ciudades del mundo y dependientes de una central en Roma. Primo de Rivera fue miembro fundador de la sección española.[118] La CAUR organizó diversos encuentros. El primero en Montreux, en diciembre de 1934. A este congreso no asistió José Antonio; aunque parece que asistió (no hay prueba documental) uno de los primeros ideólogos del fascismo español, Ernesto Giménez Caballero, entonces encuadrado en la Falange. La prensa italiana informó de que acudía en representación de Primo de Rivera, algo que éste desmintió: "El jefe de la Falange fue requerido para asistir; pero rehusó terminantemente la invitación por entender que el genuino carácter nacional del movimiento que acaudilla repugna incluso la apariencia de una dirección internacional".[119]
En septiembre de 1935 la CAUR organizaría un segundo encuentro al que sí asistió José Antonio Primo de Rivera. Falange no estaba adherida al movimiento y en su discurso ofreció las razones:
España no está preparada todavía para unirse, por mi mediación, a un movimiento de carácter no ya internacional, sino supranacional, universal. Y esto no sólo porque el carácter español es demasiado individualista, sino también porque España porque ha sufrido mucho por las Internacionales. […] Si apareciésemos ante la opinión pública española como unidos a otro movimiento, y esto sin una preparación lenta, profunda y difícil, la conciencia pública española, protestaría. Es preciso pues preparar a los espíritus en vista de estos trabajos supranacionales. […] Yo prometo a todos vosotros hacer lo que pueda en ese sentido y despertar una conciencia nacional.
Discurso de José Antonio Primo de Rivera en el 2º congreso de la CAUR en Montreux.[120]
En abril de 1935, Primo de Rivera viaja a Italia y, como resultado de este viaje, consigue una subvención del gobierno italiano de 50.000 liras mensuales. Subvención que permaneció en secreto incluso entre las filas de la Falange y que el propio Primo de Rivera se encargaba de recoger, viajando cada dos meses a la embajada italiana en París.[11] En el verano de 1935, quizá como contrapartida de esta subvención, a requerimiento del gobierno italiano, Primo de Rivera le hace llegar un informe secreto sobre la situación política de España.[121]
José Antonio Primo de Rivera también viajó, en mayo de 1934, a Alemania para procurarse el apoyo del Tercer Reich. En la petición al embajador alemán se hace constar su interés por la nueva Alemania y especialmente por la organización de las SA y las SS. En este viaje visita a Hitler; aun que la entrevista y el viaje resultó para él desalentador ya que fue organizado por un miembro secundario de partido nazi. No se le dio la mínima relevancia a su estancia en Berlín y la visita a Hitler fue simplemente protocolaria.[122]
[editar] José Antonio Primo de Rivera y la violencia
Primo de Rivera, en lo personal, protagonizó numerosos actos de violencia. De carácter agradable y de trato cortés, caía en accesos de violencia cuando se sentía contrariado. En sus tiempos de estudiante, acabó a puñetazos numerosas discusiones y, más tarde, esa violencia la llevó a las Cortes, al Colegio de Abogados y a los cafés.[123] [124] [125] En 1931 protagonizó un grave incidente al agredir al General Queipo de Llano. Queipo de Llano no se privaba de hablar despectivamente sobre el dictador Primo de Rivera (padre de José Antonio). Enterado José Antonio de alguno de esos comentarios, se presentó en compañía de uno de sus hermanos y de sus amigos en el café donde Queipo de Llano frecuentaba una tertulia, llamó su atención y sin darle tiempo a reaccionar, estando Queipo de Llano sentado, le propinó un golpe con una llave inglesa. Queipo de Llano sufrió una herida en la frente que le dejó marcado y José Antonio Primo de Rivera, que era alférez de complemento, fue expulsado del ejército por un tribunal militar.[126]
En su actividad parlamentaria, en dos ocasiones, agredió a puñetazos a dos diputados. En uno de los casos, las criticas del diputado a la dictadura de su padre sirvieron de detonante. Cuando fue juzgado por tenencia de armas, en el momento que se leyó la sentencia que lo condenaba a cinco meses de arresto, tuvo un acceso de cólera, insultó y amenazó a los magistrados; actuaba como su propio defensor y se rasgó la toga y arrojó al suelo el birrete. Un oficial del juzgado comentó: "Tan chulo como su padre", a lo que Primo de Rivera respondió propinándole un puñetazo que fue respondido por éste lanzándole un tintero que le alcanzó la frente. En la cárcel Modelo de Madrid, cuando se le comunicó su traslado a la de Alicante, estando encerrado en su celda, se encolerizó hasta tal punto que otros falangistas se alarmaron y, creyendo que a su líder le estaban sometiendo a malos tratos, protagonizaron un conato de motín.[127]
Primo de Rivera admitía la violencia como algo normal en las relaciones sociales y políticas. Se educó en un ambiente militarista y vivió una época en la que la violencia formaba parte de la actividad política.[128] Estuvo influenciado por la obra de Georges Sorel reflexiones sobre la violencia, referente de la extrema derecha europea de aquella época, y era admirador de Mussolini y sus métodos para combatir a la izquierda y acceder al poder mediante acciones violentas.[129]
Primo de Rivera sufrió varios atentados contra su vida. Está documentado uno en el que, el 10 de abril de 1934, tirotearon su coche y el conductor y su acompañante salieron detrás de los pistoleros, manteniendo con ellos un tiroteo. El atentado contra un parlamentario era un hecho infrecuente y tuvo una gran repercusión. También, en otra ocasión, confundieron un coche con el suyo y le arrojaron un petardo.[130]
Fundó Falange Española, partido político de corte fascista que, como tal, contemplaba el acceso al poder por métodos violentos; y la práctica de la Falange corroboró estos métodos llegando al pistolerismo.[131] No obstante, entre los líderes fascistas españoles, fue el menos proclive a la práctica sistemática de la violencia y el asesinato. Para Primo de Rivera el uso de la violencia era lícito si se ejercía para conseguir un fin superior. El acceso al poder de Falange para instaurar un régimen totalitario que garantizara la unidad de una España que él veía amenazada, era ese fin superior que justificaba la violencia: "Teníamos que demostrar que no éramos una banda de mercenarios dedicados a eliminar a sus adversarios. Yo hablé en el Teatro de la Comedia de la dialéctica de de los puños y las pistolas sin pensar en las emboscadas en las que murieron los mejores muchachos de la primera hora, sino pensando en la conquista del Estado y en la defensa de la Patria".[132] Ésta sería una violencia que no entraría en conflicto con sus convicciones religiosas ya que "la violencia no es censurable sistemáticamente. Lo es cuando se emplea contra la justicia. Pero hasta Santo Tomás, en casos extremos, admitía la rebelión contra el tirano".[133] Aceptando sus propias palabras, para asumir la violencia que llegó a ejercer la Falange, habría tenido que vencer su convicción religiosa: "Cuando se derramó la sangre de estos jóvenes comprendí que era necesario defendernos. Mis escrúpulos morales y religiosos se hicieron retortijones y, tras una larga lucha interior, la fe en nuestro ideal venció a toda desilusión y a todo remordimiento".[132]
Se mostró indeciso en el momento que Falange se planteó el paso de las razzias en la calle y la Universidad al uso sistemático de la violencia para amedrentar a la izquierda; pero, al fin dio ese paso. Es indudable que los numerosos disturbios y asesinatos que Falange protagonizó después de que el Frente Popular ganara las elecciones, lo fueron con su conocimiento y bajo sus directrices; sin embargo, en abril de 1936, enterado del plan para atentar contra Largo Caballero, lo desautorizó.[134] Podría concluirse que no aceptaba la violencia por la violencia; pero "si no hubiera otro medio que la violencia, ¿qué importa? Todo sistema se ha implantado violentamente, incluso el blando liberalismo".[135]

No hay comentarios: